HABLAN LOS NAHUALES
Hablan los Nahuales, es el libro del profesor Benjamín Palomo, quien trata de retratar el perfil de la mitología salvadoreña, y cómo ésta es “creadora” de cultura.
Creadora de cultura, porque es un discurso que retrata la cultura salvadoreña, y sobre todo, refleja las creencias populares y cómo éstas se mantienen a través del tiempo. Hace además un análisis del proceso del establecimiento de la tradición mito-mágica que caracteriza el discurso popular, y lo establece como un mecanismo moralizador de las culturas, que se implantan en las tradiciones para poder establecer agentes reguladores en las edades más jóvenes.
Hablar de nahuales, es hablar de tradiciones, costumbres, creencias y prácticas que desde tiempos antiguos, exactamente desde el tiempo de nuestros antepasados indígenas, han sido establecidas. El proceso de establecimiento de estos discursos parte con la necesidad de trascendencia, educación y el desarrollo de un sentido moral y ético estricto.
Hablan los Nahuales, es un libro que hace un énfasis en el estudio detenido y sistemático del proceso mito-mágico de los discursos culturales, pues además, también es un ente socializador, que caracteriza el imaginario colectivo.
La tradición mito-mágica, es también una herencia cultural de las raíces verdaderas de los pueblos salvadoreños, sobre todo, de aquellas tradiciones establecidas como punto de partida para las ideologías y creencias espirituales de todas las regiones del país. Se basan, en la creación de un sistema de imaginarios que pasan de lo real, a lo ficticio, de la vivencia, al cuento, y viceversa. Se tiene entonces de primera mano, un relato vivencial de un generador de mitos, de leyendas, de tradiciones, y que además se basa en la creencia popular. Se relaciona un personaje en común con una experiencia personal, y muy peculiarmente se establece también una relación entre lo que se ha vivido, y lo que han vivido otros, como una misma experiencia. En este punto, es donde la vivencia se convierte en el cuento, y todos tenemos uno para contar.
Cuando se tiene un cuento, se tiene una razón, y si se tiene una razón, es porque se tiene una ideología. Esta, ya sea Nahua, Maya, Lenca, Pipil, o cualquiera establecida en la zona, es la base esencial para la generación de mitos basados en experiencias.
Los Nahuales forman parte del imaginario colectivo, porque logran fundirse con el sentimiento colectivo, y se plantan en la ideología, la creencia e incluso forman parte de la razón. Entender la mitología, es entender el pensamiento de los antepasados, y a la vez, es entender el traspaso del tiempo en el imaginario colectivo.
El libro, hace un análisis, a modo de sondeo, del porqué se establecen estos mitos en la tradición popular. La transformación que sufre el personaje desde su existencia real, hasta la elaboración del personaje mitológico, es un proceso digno de estudio, y además, a modo de recomendación del autor, debe analizarse más allá del discurso colectivo que representa, debe entenderse como motor generador de ideologías, de pensamientos, formador de caracteres, de comportamientos, de afinamiento del imaginario.
Debe entonces comprenderse que la mito-magia cuzcatleca es una caracterización de lo que antes se consideraba religión, y que a través de la transición cultural, debió reprimirse por considerarse un acto “diabólico” y en contra de la religión que intentaba imponerse, y que hasta hoy impera en la tradición colectiva. Tuvo entonces que cambiarse el sistema de creencias, y traspasar lo que antes se consideraba “bueno”, convertirlo en algo “malo” y condenar su práctica, para dar paso a la imposición de una nueva religión totalmente diferente a la practicada. El paso de lo bueno a lo malo, sugiere un análisis profundo, pues es aquí donde la práctica se convierte en mito.
Se habla de personajes duales, que representan la dualidad del ser humano, y que más allá, también representan la deidad de un ser sobrehumano. Con características mágicas (consideradas en nuestro tiempo como brujería), éstos personajes dejan de ser NAHUALES, y se convierten en mitos, en leyendas.
Se puede no creer en ellos, pero el relato cultural, el cuento que se tiene que contar, se ha encargado de trascenderlos y de tratar de imponerlos, a fuerza, o a razón, para procurarse perdurar.
Perdurar, en este sentido, significa darle importancia al hecho de trascender, de establecer, de plasmar, de actuar y sobre todo, de significar.
Aquí, entra un punto importante, la tradición del lenguaje oral, que juega un papel esencial, quizá el más importante, dentro de los procesos de constructo del imaginario colectivo, pues sólo dentro de éste transcurso, de éste establecimiento de tradiciones orales, puede entonces significar un mito.
Pero, ¿es capaz este traspaso de tradiciones orales, preservarse hasta el futuro, tal como lo ha venido haciendo desde el pasado?
Mito, según la RAE es una…
“Narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico. Con frecuencia interpreta el origen del mundo o grandes acontecimientos de la humanidad.”
Estos mitos se construyen de las vivencias, y pasan de lo cotidiano, a lo inmortal, ya que un hombre cuenta tantas veces una historia que al final se convierte a sí mismo en esas historias y volviéndose inmortal.
La pérdida gradual de estas tradiciones, gracias al gran descubrimiento de lo moderno, y el sistema capitalista que lo lidera, hacen que poco a poco, estas tradiciones orales pierdan su validez simbólica, y se conviertan en plenas ilusiones pasajeras, relatos de borrachos que no saben lo que dicen, o simplemente un chisme de alguien que dice que le pasó a un amigo suyo. Todo esto, abonado con el nuevo sistema mitológico, que transporta la imagen más que la palabra, y que se realiza a través de un sistema más complejo, deja a un lado todo lo tradicional, y avejenta las ideologías establecidas.
Pero, ¿No somos nosotros responsables de mantener vivas nuestras tan apreciadas y pocas tradiciones nativas?, ¿no somos nosotros ignorantes implorantes que queremos revivir nuestras costumbres?, ¿no somos los que pedimos a gritos que no nos arranquen nuestras raíces culturales?, ¿no nos llamamos Indios Guanacos?, ¿no descendemos de antepasados indígenas?, ¿no creemos en las ofrendas y en los ritos?, ¿no somos quienes amamos nuestra patria y la defendemos de corazón? Sí, no somos nosotros.
Parece mentira, pero la tradición se está dejando a un lado, gracias a la ignorancia, a la pérdida del sentido simbólico del mito. Carece, en este tiempo, de una relevancia significativa, y por sobre todo, se aparta del ideal de ser humano del tiempo moderno.
Deja a un lado el tiempo, y su sentido cultural, y se vuelve únicamente una historia, que pronto dejará de ser contada.
Estas historias se mueren con aquellos que las vivieron, las contaron y que han sido capaces de hacerlas sobrevivir. La modernidad se está comiendo nuestras raíces. Y nosotros, ¡Muy bien, gracias!
Creadora de cultura, porque es un discurso que retrata la cultura salvadoreña, y sobre todo, refleja las creencias populares y cómo éstas se mantienen a través del tiempo. Hace además un análisis del proceso del establecimiento de la tradición mito-mágica que caracteriza el discurso popular, y lo establece como un mecanismo moralizador de las culturas, que se implantan en las tradiciones para poder establecer agentes reguladores en las edades más jóvenes.
Hablar de nahuales, es hablar de tradiciones, costumbres, creencias y prácticas que desde tiempos antiguos, exactamente desde el tiempo de nuestros antepasados indígenas, han sido establecidas. El proceso de establecimiento de estos discursos parte con la necesidad de trascendencia, educación y el desarrollo de un sentido moral y ético estricto.
Hablan los Nahuales, es un libro que hace un énfasis en el estudio detenido y sistemático del proceso mito-mágico de los discursos culturales, pues además, también es un ente socializador, que caracteriza el imaginario colectivo.
La tradición mito-mágica, es también una herencia cultural de las raíces verdaderas de los pueblos salvadoreños, sobre todo, de aquellas tradiciones establecidas como punto de partida para las ideologías y creencias espirituales de todas las regiones del país. Se basan, en la creación de un sistema de imaginarios que pasan de lo real, a lo ficticio, de la vivencia, al cuento, y viceversa. Se tiene entonces de primera mano, un relato vivencial de un generador de mitos, de leyendas, de tradiciones, y que además se basa en la creencia popular. Se relaciona un personaje en común con una experiencia personal, y muy peculiarmente se establece también una relación entre lo que se ha vivido, y lo que han vivido otros, como una misma experiencia. En este punto, es donde la vivencia se convierte en el cuento, y todos tenemos uno para contar.
Cuando se tiene un cuento, se tiene una razón, y si se tiene una razón, es porque se tiene una ideología. Esta, ya sea Nahua, Maya, Lenca, Pipil, o cualquiera establecida en la zona, es la base esencial para la generación de mitos basados en experiencias.
Los Nahuales forman parte del imaginario colectivo, porque logran fundirse con el sentimiento colectivo, y se plantan en la ideología, la creencia e incluso forman parte de la razón. Entender la mitología, es entender el pensamiento de los antepasados, y a la vez, es entender el traspaso del tiempo en el imaginario colectivo.
El libro, hace un análisis, a modo de sondeo, del porqué se establecen estos mitos en la tradición popular. La transformación que sufre el personaje desde su existencia real, hasta la elaboración del personaje mitológico, es un proceso digno de estudio, y además, a modo de recomendación del autor, debe analizarse más allá del discurso colectivo que representa, debe entenderse como motor generador de ideologías, de pensamientos, formador de caracteres, de comportamientos, de afinamiento del imaginario.
Debe entonces comprenderse que la mito-magia cuzcatleca es una caracterización de lo que antes se consideraba religión, y que a través de la transición cultural, debió reprimirse por considerarse un acto “diabólico” y en contra de la religión que intentaba imponerse, y que hasta hoy impera en la tradición colectiva. Tuvo entonces que cambiarse el sistema de creencias, y traspasar lo que antes se consideraba “bueno”, convertirlo en algo “malo” y condenar su práctica, para dar paso a la imposición de una nueva religión totalmente diferente a la practicada. El paso de lo bueno a lo malo, sugiere un análisis profundo, pues es aquí donde la práctica se convierte en mito.
Se habla de personajes duales, que representan la dualidad del ser humano, y que más allá, también representan la deidad de un ser sobrehumano. Con características mágicas (consideradas en nuestro tiempo como brujería), éstos personajes dejan de ser NAHUALES, y se convierten en mitos, en leyendas.
Se puede no creer en ellos, pero el relato cultural, el cuento que se tiene que contar, se ha encargado de trascenderlos y de tratar de imponerlos, a fuerza, o a razón, para procurarse perdurar.
Perdurar, en este sentido, significa darle importancia al hecho de trascender, de establecer, de plasmar, de actuar y sobre todo, de significar.
Aquí, entra un punto importante, la tradición del lenguaje oral, que juega un papel esencial, quizá el más importante, dentro de los procesos de constructo del imaginario colectivo, pues sólo dentro de éste transcurso, de éste establecimiento de tradiciones orales, puede entonces significar un mito.
Pero, ¿es capaz este traspaso de tradiciones orales, preservarse hasta el futuro, tal como lo ha venido haciendo desde el pasado?
Mito, según la RAE es una…
“Narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico. Con frecuencia interpreta el origen del mundo o grandes acontecimientos de la humanidad.”
Estos mitos se construyen de las vivencias, y pasan de lo cotidiano, a lo inmortal, ya que un hombre cuenta tantas veces una historia que al final se convierte a sí mismo en esas historias y volviéndose inmortal.
La pérdida gradual de estas tradiciones, gracias al gran descubrimiento de lo moderno, y el sistema capitalista que lo lidera, hacen que poco a poco, estas tradiciones orales pierdan su validez simbólica, y se conviertan en plenas ilusiones pasajeras, relatos de borrachos que no saben lo que dicen, o simplemente un chisme de alguien que dice que le pasó a un amigo suyo. Todo esto, abonado con el nuevo sistema mitológico, que transporta la imagen más que la palabra, y que se realiza a través de un sistema más complejo, deja a un lado todo lo tradicional, y avejenta las ideologías establecidas.
Pero, ¿No somos nosotros responsables de mantener vivas nuestras tan apreciadas y pocas tradiciones nativas?, ¿no somos nosotros ignorantes implorantes que queremos revivir nuestras costumbres?, ¿no somos los que pedimos a gritos que no nos arranquen nuestras raíces culturales?, ¿no nos llamamos Indios Guanacos?, ¿no descendemos de antepasados indígenas?, ¿no creemos en las ofrendas y en los ritos?, ¿no somos quienes amamos nuestra patria y la defendemos de corazón? Sí, no somos nosotros.
Parece mentira, pero la tradición se está dejando a un lado, gracias a la ignorancia, a la pérdida del sentido simbólico del mito. Carece, en este tiempo, de una relevancia significativa, y por sobre todo, se aparta del ideal de ser humano del tiempo moderno.
Deja a un lado el tiempo, y su sentido cultural, y se vuelve únicamente una historia, que pronto dejará de ser contada.
Estas historias se mueren con aquellos que las vivieron, las contaron y que han sido capaces de hacerlas sobrevivir. La modernidad se está comiendo nuestras raíces. Y nosotros, ¡Muy bien, gracias!
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