En el Reino de tu Amor
EN EL REINO DE TU AMOR
Jinab-i-Táhirih . Qurratu'l-Ayn.
En el reino de tu amor subsisto,
aún cuando nadie me socorra.
Contempla Tú este vagabundo,
¡Oh Rey de gloria y majestad!
¿Qué pecado fue mío que al fin,
del misterio de Tu amor fui expulsado?
Por mi crimen, a cada instante
nueva calamidad soporto.
No obstante que la paciencia del amor es signo ¿cuánto tiempo debo, exilado, desfallecer?.
Cual sonoras cañas, éstas mis cadenas,
de mi miseria la historia relatan.
Mentes nada son ante Tu esencia,
muerto ha toda alma al pensar en Ti,
el camino nadie halla, aunque todos buscan
el sendero de tu sublimidad.
De Oriente soplan brisas con noticias
de suspiros de amantes Tuyos,
de rostros pálidos y demacrados ojos.
¿No les mostrarás clemencia?
¿En la alborada, hacia mi lecho, qué amorosos pasos guías?
Sobre alas de constancia, con anhelo a Tu lado vuelo.
Si del tiempo y lugar arrancar quisieras,
pon tan sólo a este mundo Tu faz.
¿Qué es la vida en este bajo orbe,
cuando Tú obsequias la eternidad?
Jinab-i-Táhirih . Qurratu'l-Ayn.
En el reino de tu amor subsisto,
aún cuando nadie me socorra.
Contempla Tú este vagabundo,
¡Oh Rey de gloria y majestad!
¿Qué pecado fue mío que al fin,
del misterio de Tu amor fui expulsado?
Por mi crimen, a cada instante
nueva calamidad soporto.
No obstante que la paciencia del amor es signo ¿cuánto tiempo debo, exilado, desfallecer?.
Cual sonoras cañas, éstas mis cadenas,
de mi miseria la historia relatan.
Mentes nada son ante Tu esencia,
muerto ha toda alma al pensar en Ti,
el camino nadie halla, aunque todos buscan
el sendero de tu sublimidad.
De Oriente soplan brisas con noticias
de suspiros de amantes Tuyos,
de rostros pálidos y demacrados ojos.
¿No les mostrarás clemencia?
¿En la alborada, hacia mi lecho, qué amorosos pasos guías?
Sobre alas de constancia, con anhelo a Tu lado vuelo.
Si del tiempo y lugar arrancar quisieras,
pon tan sólo a este mundo Tu faz.
¿Qué es la vida en este bajo orbe,
cuando Tú obsequias la eternidad?
Comentarios
en la zona ardiente de Sinaì contemplò
¿Còmo podrìan los hombres con la llama del amor arder
o, al contemplar su fulgor, morir?
¡Copero!, tràeme el vino del amor y con sus rubìes
èsta mi copa llena,
para que los misterios del amor divino,
tù y yo, en un ùnico sorbo, compartamos.
Es incoparable sus palabras que son penetrantes y llenas de amor en su corazon.