Los jóvenes H

Review sobre la película MARTÍN H (si no la has visto lee aquí y aquí)

Quizá todos seamos H (quizá no). Hay un momento en el que todos tenemos que detenernos, meditar, pensar, actuar, dejar de ser y comenzar de nuevo.
Pero, ¿somos o no somos H? La película refleja la realidad actual. Los jóvenes de ahora, y de hace algunos ayer, y quizá también la de unos cuantos mañanas; han sido los hijos de las guerras, la violencia, los movimientos femeninos, los gays, las lesbianas, los hippies, los yuppies, los rasta, de militares y de prostitutas. Somos los hijos de los descarriados, de los desconcentrados, de los rebeldes, de los sin techo.

Somos la nueva generación perdida, o la que recién acaban de encontrar, o la generación que nunca fué, o la nueva generación espontánea (espontánea porque surgió... así, de repente, sin previo aviso).
Cada uno de nosotros, somos los hijos de los adultos de ahora. Estas generaciones somos el reflejo de las generaciones pasadas, sus herencias, sus tradiciones, sus noches de placer carnal, y sus interminables juergas, su alcoholismo y su drogadicción, su despecho, su dehonra, y más allá, hijos de sus deseos.
Martín (H), no era él, o por lo menos no lo fué sino hasta que se descubrió, y desubrió que dentro de sí mismo, había un Martín, que no era el H de su padre, sino una de las letras más importantes en HISTORIA. Prácticamente, las generaciones pasadas han depositado sus sueños y sus ideales en las generaciones que estamos ahora despuntando a nuevos horizontes. Todas sus frustraciones se han convertido en las esperanzas que sus corazones albergan desde el momento que dijimos Papá (o mamá).
Martín tenía 2 caminos. Convertirse en su padre, representando el frustrado, que deposita su esperanza en el futuro, o en Dante, el verdadero sentido del libertinaje, quien vive la vida a su placer y a su antojo, y muy en el fondo es feliz, aunque quizá sólo lo aparente.
Alicia, es la conciencia, la voz que razona dentro de nosotros y nos seduce, nos libera, pero que se ve sometida a los deseos corruptos, y simplemente deja de existir, porque la oprimimos, hacemos de caso que no es, que no vive, que no tiene nada que hacer... aún cuando es la razón la única que impera en nuestras decisiones.
Cuando la razón y la frustración se encuentran, una tiene que ceder. La razón y el placer, probablemente puedan coexistir, pero definitivamente, una es más poderosa que la otra.
El verdadero sentido de la película lo da la decisión de H de querer vivir su propia vida, desde su mundo. Se despide de las viejas generaciones, dejando por un lado el sentimiento de traición, pero confiando en la esperanza depositada, y decide, por sí mismo.
A veces, es la unica decisión que nos queda, y al final, cada uno sabe y comprende la responsabilidad que ello conlleva. La sobreprotección, no es más que un signo de la gran
esperanza que albergan nuestros corazones con el hecho de saber que podemos realizar nuestros sueños a través de la persona que más queremos (para algunos los hijos, para otros los amigos, pero para ninguno, uno mismo) El detonante final de la ruptura, es el hecho de saber quien soy, y cual es mi rol.

H estaba conciente de que sus decisiones lo habían llevado hasta allí, y definitivamente, todo ese cúmulo de decisiones, eran la principal herencia de su padre y su madre, y del entorno donde creció.
Para poder soñar, es importante tener alas, pero más importante saberlas usar, puesto que se puede volar, pero la determinación y la conciencia, dictaminan el curso y el punto final a dónde
queremos llegar.

Martín H, es la película que me hace reflexionar de quién soy, pero más que eso, me hace pensar el por qué estoy aquí. Si tengo que escuchar o no la vieja conciencia de quienes me trajeron al mundo, de que si tengo que vivir al extremo como todos aquellos quienes vivieron antes que yo, y que disfrutaron la vida, pero no fueron felices, si es que tengo que escuchar la voz de mis deseos y pasiones, y dejarme llevar, creyendo que tengo el control.
Pero a pesar de qué de todo eso tengo que hacer, debo estar conciente de mi realidad, de lo que quiero, y de mis posibilidades.
De las herramientas que tengo, de mi forma de ser, de mi verdadero pensamiento. Lo que quiero, no puede estar delimitado por lo que los demás quieran de mí. Eso es lo que descubrió H, y lo que le espera en la vida, será su resolución, su firmeza en aceptar lo que viene.
Esa es la realidad transformadora, la que vale, la que tiene el poder del cambio, la que decide.
Ser H, no implica ser mudo, sino, ser la primera letra para escribir HISTORIA.

Mi parte favorita de la historia, en un trabajo tipográfico:

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