Una noche como ésta

El primer día del mes de Muharraq de 1235 D.H. (20 Octubre de 1819), nace un personaje cuya vida constituye uno de los ejemplos que más egregio ( que llaman la atención) VALOR que la humanidad haya tenido el privilegio de contemplar (…)

La personalidad a la que así rendía homenaje el destacado escritor francés A.L.M. Nicolas era esa figura profética del siglo diecinueve a la que la historia conoce como el Báb.

Durante la primera mitad del siglo diecinueve el fervor milenarista se apoderó de numerosos pueblos de la tierra. Por aquel entonces muchos cristianos aguardaban expectantes la venida de Jesucristo. Al mismo tiempo el Islam, en su espera de la llegada del “Señor de la Época”, se veía sacudido por una oleada de similar intensidad. Tanto cristianos como musulmanes veían que con el ansiado cumplimiento de las profecías de sus Escrituras estaba a punto de comenzar una nueva era espiritual.

En Persia, el fermento mesiánico alcanzó su apogeo la noche del 23 de mayo de 1844, cuando un joven comerciante -el Báb- anunció que era el Portador de una Revelación Divina, prometida desde tiempo inmemorial, y destinada a transformar la vida espiritual de la humanidad. “¡Oh pueblos de la tierra -declaró el Báb- prestad oído a la santa voz de Dios (…) En verdad la resplandeciente Luz de Dios ha aparecido entre vosotros investida con este Libro infalible, a fin de que seáis guiados rectamente hacia las sendas de la paz (…)”

Con la quiebra moral de Persia por telón de fondo, la declaración del Báb según la cual la renovación y avance social se apoyaban sobre el “amor y la compasión” antes que en la “fuerza y la coacción” suscitó esperanzas en todas los sectores sociales del país. Muy pronto atrajo a miles de seguidores.

El nombre de este joven comerciante era Siyyid ‘Alí Muhammad, quien adoptó el título de “El Báb”, término que en árabe significa ‘portal' o ‘puerta'.

Su anuncio provocó enseguida una persecución salvaje por parte del clero musulmán dominante. El Báb fue arrestado, apaleado, encarcelado y finalmente, el 9 de julio de 1850, fue ejecutado en la plaza pública de la ciudad de Tabriz. Alrededor de 20.000 de sus seguidores perecieron por toda Persia.

Un majestuoso edificio de cúpula dorada y rodeado de bellos jardines que domina la bahía de Haifa es hoy el Santuario donde están enterrados los restos mortales del Báb.

Tal como explicó el Báb, Su propia llegada constituía el portal que habría de atravesar la tan esperada Revelación de Dios para toda la humanidad.

El tema central de Su obra más destacada -el Bayán- giraba en torno a la aparición de un segundo Mensajero de Dios, más eminente que el propio Báb y cuya Misión sería inaugurar la era de paz y justicia prometida por el islam, el judaísmo, el cristianismo y todas las demás religiones.

Bahá'u'lláh rindió el siguiente homenaje al Báb:
“Contemplad qué constancia ha revelado esa Belleza de Dios. Todo el mundo se alzó contra Él, y sin embargo fracasaron estrepitosamente en el empeño. Cuanto más arreciaba la persecución sobre ese Sadrih [Rama] de Bienaventuranza, más se acrecía Su fervor y más brillante alumbraba la llama de Su amor. Todo esto es evidente, y nadie disputa esta verdad. Por último, entregó Él Su alma y remontó vuelo hacia los reinos de lo alto”.

A.L.M. Nicolas, quien registró el episodio del Báb, escribió: “Se sacrificó por la humanidad; por ella dio Su cuerpo y Su alma; por ella sobrellevó privaciones, escarnio, tortura y martirio. Él selló, con Su propia sangre, la alianza de la hermandad universal. Al igual que Jesús, pagó con Su vida a fin de proclamar el reino de la concordia, equidad y amor universal”.

Los escasos seis años que duró la misión del Báb simbolizan en cierto sentido la abrupta y sorprendente transición hacia la conciencia global por cuyo motivo el Báb dirigió Su llamamiento a la humanidad. Desde Su atrevida proclamación justo al mediar el siglo, los avances técnicos y científicos sin precedentes que han venido registrándose ofrecen los primeros vislumbres de la sociedad global. En Su papel como “Punto Primordial del que se han originado todas las cosas creadas', el Báb ha puesto en movimiento un nuevo y espléndido ciclo de la creatividad y descubrimientos humanos”. Las “brisas'” del conocimiento de Dios han agitado “las mentes de los hombres” y han hecho que “los espíritus remonten el vuelo”.

El que dos Manifestaciones de Dios aparecieran en práctica simultaneidad, según afirma el propio Bahá'u'lláh, “es (…) un misterio que ninguna mente puede sondear'” Para los bahá'ís constituye una afirmación de que el establecimiento de la paz universal y el “Reino de Dios'” no están demasiado distante, así como testimonio de la grandeza de la Revelación de Bahá'u'lláh.

En palabras de `Abdu'l-Bahá, el Sucesor designado de Bahá'u'lláh:

“El Báb, el Exaltado, es la Mañana de la Verdad, el esplendor de cuya luz brilla en todas las regiones. Es Él asimismo el Anunciador de la Más Grande Luz, el Luminar de Abhá (Bahá'u'lláh). La Bendita Belleza (Bahá'u'lláh) es el Prometido de los libros sagrados del pasado, la revelación de la Fuente de Luz que brilló sobre el Monte Sinaí, cuyo fuego brilló en medio de la Zarza Ardiente. Somos, todos y cada uno de nosotros, siervos ante Su umbral, y permanecemos de pie como humildes custodios ante Su puerta”.


Usted puede encontrar más información en:
http://info.bahai.org
http://www.bahai.org
http://www.bci.org

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