LO QUE UN GUANACO HACE POR AMOR...

quiero compartir con ustedes un ensayo que escribí cuando estaba en mi tiempo de servicio en 2004.... espero lo disfruten....
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Cuando me dieron la oportunidad de escribir y compartir mis experiencias con la comunidad Bahá’í por medio de la carta noticiosa, esto fue lo que pensé: “Esto no es más, que una Confirmación”. Les explicaré porque…
Al igual que todo joven, entré al programa de año de servicio lleno de sueños, expectativas, ideales, fantasías que, a medida que uno va adquiriendo experiencia se van realizando. Quizá lo más grande es la oportunidad de aprender junto a otros lo grandioso que es el servicio, y al compás que uno va comprendiéndolo, va convirtiendo potencialidades en capacidades a utilizar. He separado mi tiempo de servicio en 2 partes, “el trabajo” y “las relaciones”. En servicio, las clases de niños son lo mas impactante, clases con alrededor de 25 niños por clase, gritando y repitiendo palabra sagrada, resonando con fuerza en tus oídos y en los de las demás personas, es maravilloso; el cariño que demuestran es acogedor, sus caras manchaditas, sus manos sucias, la forma de hablar, te toca el corazón; la alegría que sienten cuando eres su amigo, por toda la calle (y no me dejarán mentir) repiten nuestro nombre, y hasta quienes no nos conocen salen a encontrarnos. El trabajo con los niños demuestra lo grande que es el trabajo en esta “La Más Grande Empresa”. Trabajar en una escuela señala que “Si Se Puede”, manejar grupos de hasta 50 alumnos de entre todas las edades, lograr esa confianza con jóvenes de hasta 10 años mayores, sentir ese abrazo de un niño que viene a preguntar a que hora es la clase aun cuando han pasado ya 6 meses y lo conoce perfectamente, la “jaladera” de los chiquitines que no quieren que te vayas, eso, conmueve todo espíritu en servicio y te anima a seguir. Pues con prejóvenes es totalmente diferente, preguntan por cada cosa y lo quieren saber todo, tienes que “ser su amigo” para poder dejar huella. Lo mas difícil para mi ha sido romper esquemas, mi desafío aún es ese, que los prejóvenes me vean como su amigo. Los círculos de estudio, pues, solo tengo uno, pero es especial, 7 mujeres recibiendo el libro 1, 1 es abuela, 3 tienen bebes cuidando, y las otras aun son jóvenes.
La otra parte del servicio, mis relaciones, están ligadas mas al comportamiento que uno demuestra frente a situaciones que se generan tanto con los compañeros, como las personas a las cuales sirvo y terceros que son con quienes convivo en comunidades y lugares de actividades. Desde el inicio mis compañeros de servicio son, y han sido únicos y especiales, todos y cada uno. En san Ramón las personas son “auténticos salvadoreños”, esa gente trabajadora, agricultora, que vive de lo que siembra, que cocina con leña, que come tortillas de maíz hechas en comal, que tiene un corazón noble, que abre sus puertas para recibir a un extraño y servirle con amor, que agradece todo y cada cosa que haces, que brinda su casa para las “cosas de Dios”, que te invita a tomar atole, que con una mirada expresa su sentimiento, que su espalda esta cargada de responsabilidades y que su cultura es vivir; Esa es mi gente, Mi Familia Espiritual (como siempre los he considerado), ellos son “Lo que Dios ha escogido para Ser su Fideicomiso”.
Vivir en el campo, un lugar 100% espiritual, libre de contaminación, ayuda a meditar y a pensar sobre tu vida, sobre lo que has hecho, sobre lo que has de hacer, sobre las metas que te has trazado y, mas que eso, sobre lo que has de ver en tu proyecto de vida y el lugar que ocupa la Fé después de un tiempo de servicio.
No puedo negar que el aprendizaje ha sido intenso, y que el conocimiento sobre áreas de la fe es ideal, mi edad es la justa, para terminar de madurar y moldear un carácter que me ayude a encararme a la vida adulta, siempre di a conocer mi año de servicio con personas ajenas a la fe como “desarrollo comunal por medio de la práctica de valores morales y espirituales” o como “voluntariado para servicio en comunidades rurales”, pero tras todo eso, se esconde la razón importantísima por la cual estoy sirviendo: “proclamación, expansión y consolidación” de individuos, instituciones y comunidades en la fe Bahá’í misma. Pruebas asedian en muchas cosas, pero es allí donde es probada la verdadera intención del servicio, aprender a no hacer comentarios fuera de lo regular, aprender a mantenerse callado cuando hay murmuraciones en la comunidad, a mantenerse al margen de situaciones irregulares, a desprenderse de las amistades mas fuertes de la vida cuando hacen daño, salir de tu casa con más que un montón de sueños en la bolsa y unos que otros cachivaches para aguantar, aprender que estar solo no es lo chivo de la vida, sino la mas grande tristeza del ser humano, aprender que el ejemplo es lo mas grato para enseñar, aprender a mantener el corazón abierto ante cualquier adversidad.
Servir es una aspiración a la cual todos debemos inclinarnos, ya sea atendiendo a esa necesidad de brindar amor, por adoración a dios, por marcar una clara diferencia o simplemente por dedicarnos a un acto honorable: levantarse a difundir las fragancias de dios por doquier, recibiendo por añadidura una bendición especial, que marcará el rumbo de la vida, cambiándola enteramente.
Caminar casi 30 minutos cuesta arriba, para poder contemplar una de las mejores vistas de El Salvador, para poder trabajar con esa gente que tanto se lo merece, para poder llegar a un rincón olvidado del tiempo, para estar allí, proclamar el mensaje y gritar “Yá Bahá’u’l-Abhá”, si compartir esas experiencias no es confirmación, entonces es: LO QUE UN GUANACO HACE POR AMOR A BAHÁ’U’LLÁH.
Con profundo amor Bahá’í,
René Mauricio Lemus C.
Voluntario de Servicio en el Proyecto Badí
(Enero-Diciembre 2004)

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